sábado, 19 de julio de 2014

La Vela

     Un cuarto oscuro, tan helado que era imposible aguantar más de quince minutos allí. La ventana estaba abierta, esa era la razón de la temperatura. Alguien entró, prende un fósforo y enciende la vela. Comienza a brillar, el cuarto es completamente diferente, hasta una mesa yacía allí. Hasta esa persona podría permanecer un rato en el cuarto, la temperatura ya no es la misma a causa del calor que la vela da.
 Sombras grandes y chicas son dibujadas en las paredes, como un niño jugando, bailan y se mueven, pero eso no es bueno, su llama se mueve demasiado, amenazando con desaparecer, es el viento de la ventana el que la molesta. Todo termina al fin, la tranquilidad vuelve al cuarto, como una madre la persona cuida de ella, trata de que no deje de brillar, de que no se apague.
 Pero todo cambia, ya no es la vela de antes, ahora es pequeña y su cera derretida se pega a la mesa. Un porta velas muy grande para su tamaño la encierra ahora, esta atrapada, con miedo, sin poder respirar, su llama es apenas lo que era antes. Cual anciano recordando sus viejos tiempos, cuando iluminaba todo el cuarto termina fundiéndose y ahogándose en su propia cera. Pero feliz, recordando todo lo que había hecho y vivido.

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